Os escribo desde lo más profundo del país. No diré de cual.
Algo en mi vida ha cambiado en la última semana: Me he casado.
No os alarméis, no os invité porque he contraído matrimonio con una escoba.
Al leer esto posiblemente ya no queráis saber más de mi, lo acepto. Pero yo nunca os olvidaré.
Todo esto proviene de haber leído un artículo el cual me mostrasteis vosotras, y es el siguiente:
"Erika, de San Francisco (EE.UU.) ha decidido dar el gran paso y casarse. Eso sí, quizá su pareja no sea del agrado de sus padres: se trata de una francesa muy famosa llamada “Torre Eiffel”.
En efecto, por extraño que parezca, esta mujer de 37 años ha decidido formalizar su relación con el monumento. Hasta tal punto ha llegado la cosa que ha abandonado su apellido de soltera para pasar a llamarse “Erika La Tour Eiffel”.
Pero el caso es que no es la primera relación que tiene con un objeto. Por lo que sabemos su primer “amor” fue un arco que la convirtió en toda una campeona del arte de Legolas. Ignoramos cómo se encuentra el arco después de saber que el amor de su vida se ha ido con la torre."
El amor es raruno, ya sabéis. Eso sí, no me supliquéis que os cuente lo que pasó la noche de mi boda...lo dejo en el aire...
See you tomorrow!
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